se tú el primero en llenar su soledad.
Aleja de su vida ese inmenso vacío,
regálale sonrisas, procúrale bondad.
Susúrrale un canto que abra su oído,
que trastoque lo profundo de su oquedad,
que liberte sus miedos, derrumbe lo torcido,
que sea un arrullo de gran serenidad.
Muéstrale el camino en el cual transitar,
sea nuevo el terreno en el cual vivir,
aun si prepotente se imponga la adversidad.
Mirándole vencido oblígale a luchar,
no hay motivo suficiente para morir,
pues su conciencia aún anhela la felicidad.
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