Cuadro de Didier Lourenco
Y se quedó la película inconclusa…
Su marcha lenta hizo gemir la puerta
y tras ella solo se quedó el desatino.
Las rapaces paredes obligaron al sueño
escupiendo en el aire asfixiado
el pestilente efluvio del vacío...
Se murió un poco,
y fue ese su destino…
Sufrir el hambre de amor,
y adormecer con su lividez al ídolo.
02-09-2017
1 comentario:
Gracias querido Martín, es cierto pero duele mucho. Al menos escribir nos da aliento para elevar la frente.
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