domingo, 17 de mayo de 2015

El hombre del bambú

Imagen de autor anónimo

Él penetra la vegetal gruta de las hojas, 
le eclipsan los bambúes con voz crujiente y tenebrosa,
se ha detenido el mundo en la caña hueca y fibrosa,
vibra su alma entre aquellas verdes bocas,
la lascivia de los árboles y sus ramas eróticas.

Lo deglute la garganta salvaje de las matas,
él es un pámpano dulce también lleno de agua,
un reptil camuflayado con tupida hojarasca, 
o quizás la resina incubada en la vaina.

El hombre del bambú canta una vegetal alabanza, 
siente que toda la hierba lo enreda de fragancias,
hay una desnudez primitiva en su carnal sustancia, 
un diluvio virginal que le estremece las ansias.

Va agonizante hacia la suavidad de las lianas, 
quiere enamorar al viento para acariciar a las ramas,
ser un cleptómano que robe el sonido de las plantas,
huyendo hacia el aire con melodías de flautas.

El hombre del bambú es un vigilante de las trompetas herbáceas,
sus pies vibran en el templo de los juncos y sus castas.
¿A qué mágicos designios las raíces lo llaman?
¿A qué vital comunión lo invita a rezar la tegumentaria galaxia?

Va sereno con el silbido agreste que lo calma, 
él reverencia el nido vegetal que lo resguarda, 
se acurruca silencioso en el tubo de la caña, 
escucha la voz del bambú en las ondas nervaduras que le cantan.

El hombre del bambú va hacia el portal de las arbóreas ánimas,
lo siguen las mariposas libando su nectárica abundancia,
él está hecho de música entre los arbustos que lo palpan,
es una agreste melodía de las florales hebras que le alcanzan.

***Huella del aire***
17-05-2015

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