sábado, 16 de marzo de 2013

Diseño sempiterno

                                                          
                                       A Paul, mi esposo, mi vida...

Perpetuo soberano de mis días y noches...
A ti me debo absolutamente...en ti yo, por el resto de mis días...
para ti mis besos derrochados en deseos,
mi entera desnudez y el canto sagrado de la vida.

Viniste de tan lejos para salvarme, para amarme...
 para hacerme la fuente que emana tu dulzura,
para ahondarme profundamente de tus imborrables recuerdos,
nombrándote con salmos de carnales ruegos.

Estoy enteramente impregnada de ti,
tu aroma me cubre y es bálsamo que llama a la alegría,
fui creada solamente para ti,
y moriría en tus brazos si se me agotase la vida.

Declaro en las palabras,
Tu eterno sacerdocio en mi existencia,
mi entera sumisión a tu soledad ancestral que me clama,
con el mismo barro que empapa  el envase de tu alma.

Guerrero de mis míticas batallas...
en tu abrazo secuestro las bondades del cielo nuevamente,
regreso a los paisajes salvajes que heredamos,
abrazándome a tu cálido cuerpo, al que pertenezco.

Huella©
17-03-2013


3 comentarios:

Anónimo dijo...

(...)Su corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de esos sentimientos que aclama,y que sabe hacerlas vibrar todas...
Bien es verdad, que todos vivimos bajo el mismo cielo pero no todos tenemos el mismo horizonte...
Gracias por dejarme leer su corazón...
Un saludo.

Daily Jara dijo...

En verdad que el amor a veces atraviesa tantas pruebas para que resista. Aun asi, cuando alcanza su plenitud es como una aureola inmortal que nunca se borra de uno, una marca imborrable en la piel del alma.
Que bien me hace sentir que usted abrace estos sentires escurridos, la palabra sea generosa con usted en este suelo de su imperio llamado poesía.

Anónimo dijo...

(...)Hoy entro como si...
En el silencio de su alma se esconden los más bellos secretos de su corazón.
El silencio no es la ausencia de sonidos, es un estado tranquilo en el que puede oír lo que se mueve en su interior con mayor claridad.
En silencio se descubren maravillosas conversaciones que la palabra sería incapaz de pronunciar.
En el trabajo callado y tranquilo los dones de las personas se hacen visibles.
La palabra, cuando es clara y sincera, nos acerca a los demás, nos ayuda a darnos a conocer, nos muestra lo que los demás piensan y viven… el silencio es el mayor grado de comunicación que podemos conseguir con un ser humano.
Ábrame el cofre sagrado de su silencio, comparta conmigo desde lo que es, desde lo que vive, desde lo que llora y desde donde le alegra…sin palabras.
Entraré de puntillas, sin hacer ruido, para no romper la hermosura que me ofreces a través de su silencio...
El silencio es el mayor grado de comunicación.
¿No le parece?...
Un saludo.