jueves, 3 de diciembre de 2015

El bendecido

Óleo: "Anacoretas en el desierto" de Pietro Annigoni

                                                                                                              A Cristhian Thor

Tenía su alma el lívido oscuro del ángel de plata
esa honda coloración de los tiempos,
la marca opalina de las castas sagradas,
nadie intuía que tenía algo de profeta,
pero leían su espíritu
los expatriados anacoretas.

Había en su mirada mil cadenas desiertas,
los astros centellaban con crudeza
aquel flagelo con látigo de poeta.
Cada instante de su devenir,
convoca la liturgia de la proeza,
sangraba lentamente la espina,
en la vastedad del silencio que lo penetra.
¡Siete cirios escarlatas
por la santidad que lo quema!

Él es un ser que viene de la más oscura caverna,
lo llaman los hombres,
sin saber a qué dios despiertan.
Tantas conjeturas por siglos y siglos yacen muertas
en sus inicuas criptas donde estatuas negras se secan.
Él está tan ajeno ya…
seduciendo sin piedad a la gloria.
¡La mano iluminada,
unge con óleo blanco su victoria!

Él es un huésped bendecido
que en tenebrosas selvas penetra,
le han acechado tanto, sí…
por eso se han petrificado
entre diamantes oscuros sus huellas.
Gruñen con aliento árido los vientos,
sienten álgida el aura que lo alimenta.
¿Ha engendrado la tierra
un fruto tan ácido en su esencia?
Él es un hombre bendecido,
cuyos arteros mitos están secretos,
fue bautizado con el agua roja de los déspotas.
Los sabios sacerdotes,
aun esperan sus respuestas…
¿De qué lejano paraíso,
viene este misterioso asceta?

***Huella del aire***


 13-07-2015

No hay comentarios: