viernes, 4 de enero de 2013

Lo sé...


Lo sé, soy vaga y callejera,
 quizás porque así siento más la vida.
Noto el cansancio y la vejez de los ancianos sentados en las plazas,
 esperando que alguien les haga compañía.
Quizás porque hay alguien que no tiene hogar,
pero siente la sombra tupida del árbol,
 como si fuera  un techo bajo el cual descansar.

La calle es un universo de enigmas,
su realidad está tan presente,
tan tangible en mi corazón, en  mi mente.
La veo en los pies descalzos de los niños,
que perdiendo su inocencia salen a mendigar.
La veo en los vendedores, en los repartidores,
en los canillitas que con el latir del día a día
ven en el trabajo el pan para llevar al hogar.

Y yo quiero ir con ellos...

Quiero hacer brillar los mismos zapatos  que los lustrabotas,
Vender las empanadas y panchos calientes con las cocineras,
sentir su cansancio, sus ansias de luchar.
Quiero tomar la escoba con el barrendero,
y limpiar toda la ciudad, no solo de su basura,
 sino también de su maldad.

Quiero, quiero, quiero tantas cosas,
quiero abarcar todo el sufrimiento del mundo,
y bajar para todos un cielo de paz,
olvidar las hondas tristezas, el olvido, las distancias y hasta la misma muerte,
haciendo un poema infinito donde todo vuelva a comenzar.

Y sí, amo ser hippie...
llevar este latido de alegría que siempre me inunda con paz,
sentirme cómoda con mis ropas flojas,
sin pensar en que me puedan mirar,
quizás simplemente porque en la vida hay cosas ,
que nunca el dinero podrá comprar.

Huella©


 

1 comentario:

Anónimo dijo...

La clave está en que adoras la forma en qué vives, y punto. Eso es magia amiga, porque disfrutas de lo más sencillo y de todo aquello que la gente que piensa ser y vivir por encima de la media, son incapaces de ver, sentir y disfrutar. Prefiero mil veces la sencillez de una palabra, de todo aquello que nos rodea y disfrutarlo a la parafernalia que todo lo disfraza y cada vez vacía más los corazones e incluso los sentimientos.

Tus poemas me encantan!