sábado, 20 de septiembre de 2014

El pirómano

Cuadro de Roberto González


                                                                               Dedicado a Cristhian Thor

Él hizo arder las palabras…

Y su alma pagana fue excretando
las polillas del fuego,
el mordaz instinto de un calor hambriento,
que anhela la carne poética
almizclada con tinta y sentimiento.

Ocultas leyes sentenciaron
la obscenidad de la llama,
ese arrebato psicópata,

que rastrea el vacío con la mirada.
El óxido del pasado
con su corrosión incendiaria,
la alucinación del polvo
que quiere transfigurar la semántica.

Él vino a robar el latido de las palabras…

Famélico el papel protegió la esencia,
la envolvió demente con contorsiones embrionarias
él observaba su dominación autócrata, villana...

Quedaron solamente cadáveres de poesías,
jadeos suplicantes de metáforas heridas,
olor de humo en la solemnidad de la lascivia
sensación narcótica
en su corazón de piedra.

El rito de la vida catequiza con el fuego,
él entiende que se trata
de un exorcismo siniestro
invenciones de su razón,
que aniquilaron el tedio,
aunque este concibiese solo
un instante de silencio.

Él se funde ahora en las llamas amargas,
baja la cabeza y le hablan las palabras,
no en archivos ni papeles,
calcinados con llamas
sino en lo más hondo de su alma.
.
***Huella del aire***
21-09-2014

2 comentarios:

Anónimo dijo...

un poco chocante este poema no se a quien va dirigido supongo que al personaje del cuadro tiene un tinte macabro y oscuro el fuego en primer plano como si fuera el ardor de una sociedad que lo salva para enriquecer su agonia

Daily Jara dijo...

Es una historia verídica, querido Martín. Alguien que como Kafka, anheló que su escritura desapareciese de la tierra. Pero todo fue imposible, pues la poesía en su vida, jamás podría eliminarse.Está atada con fibras espirituales.