jueves, 11 de septiembre de 2014

Fécula plomiza

 Óleo de Christian Schloe
 
Me lanzo hacia la noche infinita,
única monarca
que me guarece en su glóbulo.
Yo empapada de polvo de cometa,
me cuelgo de un meteoro
donde líquenes afloran.

Mis lágrimas azules
los cisnes sin alas se las llevan,
la beben filtrándola en campanas
para que fluya el incienso
de la música.
No existen brillos estelares
en esta oscuridad hostil y vetusta,
solo una gravitación errática
de prismas que fragmentan
su policromía.

Mi boca habla con
acíbar de frutas descoloridas.
Mi suspiro traspasa
la fricción aurea del sonido.
Hay un lamento equidistante,
que busca mi espíritu
poblado de secos lirios.
Miro aciagamente
mi libertario vuelo
sobre el monte
que con mis ojos gira.

Mi alma es fécula plomiza,
alimento de esa nada que transita
en pedregales de ónice,
que como estatuas de azúcar
se estratifican.
La noche llega
en melodía de bambúes y mirtos,
he ido tras de ella
siguiendo la vibración de la brisa.

11-09-2014

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