lunes, 4 de noviembre de 2013

Alma vegetal

        
   Invitación al vegetarianismo

La vida fluye con dulzura a nuestro alrededor,
heredamos un soplo sagrado que empieza a emanar en nuestro interior.
Somos un lazo poderoso de existencia,
que traspasa una soberana energía, una secreta esencia.

¿Por qué entonces batallar contra ella?
Arrebatar la vida de los animales y de sus cadáveres nutrirse,
rompiendo el equilibrio que emana de su naturaleza.
Razonables hombres, pero tan  homicidas impulsando violencia.

Hemos  de observar que en todo hay un devenir perfecto,
una dimensión cíclica que propicia siempre un comienzo.
Nosotros queremos estar empapados de vida,
sin reflexionar que hacemos daño y provocamos heridas.

Mira la ternura que habita en todos los seres,
tan compleja su anatomía, tan profunda su ciencia.
¿Cómo desmenuzar lo que alguna vez tuvo vida?
¿Apartar el sentimiento de algo que al alma produjo armonía?

No debemos hacer mal a los que con nosotros habitan,
a los  débiles animales que su inocente fraternidad nos brindan.
Si el hombre es inteligente buscará su sobrevivencia,
ajeno de la muerte que toda belleza marchita.

***Huella del aire***
04-11-2013

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hola amiga como estas no se con respecto a este poema hay cosas que no se pueden evitar es que no se los animales también cazan para comer otros animales esta en el instinto animal y el hombre aunque sea un ser pensante también comparte esos instintos para poder alimentarse también es cierto que se pude sobrevivir sin comer carne pero bueno eso es cuestión de cada persona besos amiga

Daily Jara dijo...

Es cierto Conde, pero yo estoy cada vez más sensible a cuidar esa armonía. No quiero un mundo en el que por satisfacernos procuremos la muerte de los más frágiles.

Anónimo dijo...

(...)Todos sabemos algo.., la naturaleza es puro equilibrio.., los que no estamos equilibrados somos los hombres...será?
Siempre la leo como un aprendiz...
Un abrazo.

Daily Jara dijo...

Siento decirlo, amigo...pero es así. Los hombres debemos estar más sensibles a velar por la tierra. Hemos heredado el don de la racionalidad. ¿Cómo no usarla a favor de ella?